Sí, hoy debería de aparecer aquí el planning semanal. Pero no va a ser así, al menos hasta junio. ¿Por qué? Pues porque hace tiempo que vengo preparando una oposición. Iba relajada, pues aunque se intuía cuando iban a ser los exámenes, no se sabía a ciencia cierta... y la convocatoria salió la semana pasada. Y de aquí a la realización de la prueba pues es evidente que voy a leer y publicar mucho menos, así que ¿para qué voy a marcarme un planning si probablemente no lo cumpla? Eso sí, seguiré con mi ritmo de programar entradas en los días libres para que se vayan publicando, es decir, que esto no estará abandonado del todo... Por ello, hasta nuevo aviso sustituyo el planning semanal por la entrada semanal correspondiente al Reto Leemos el Quijote, de obligado cumplimiento los lunes. Así que ¡vamos allá!
Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.
En este séptimo capítulo, mientras don Quijote descansa de los múltiples palos recibidos en el capítulo anterior, asistiremos a la quema de los "peligrosos" libros de caballerías. Los dos amigos de don Alonso, el cura y el barbero (muy duchos en cuestiones literarias por cierto) realizan un exhaustivo escrutinio de los volúmenes contenidos en la biblioteca del hidalgo, con el fin de quemar todos aquellos que puedan desatar la locura del lector, como hicieron con el dueño de la casa.
Mientras los ojean, van comentando sobre ellos y los que son condenados a arder en el fuego, se los pasan al ama de la casa para que vaya echándolos a un montón, en el patio de la casa, donde arderán más tarde. Y pocos son los que se salvan de tal destino.
Poco más he de añadir sobre este capítulo, ni curiosidad especialmente destacable, ni tampoco me voy a meter a hablar del lenguaje porque no diría nada nuevo. Este capítulo lo he disfrutado menos que los anteriores, será por el hecho de que don Alonso no interviene al hallarse descansando, por lo que no están presentes los toques de humor con que nos regala Cervantes a causa de la locura del protagonista.
Pero como ya comenté por Twitter, es solo un capítulo, y aún quedan muchos, que disfrutaré sin duda alguna.
¡¡Nos leemos!!
Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo.
En este séptimo capítulo, mientras don Quijote descansa de los múltiples palos recibidos en el capítulo anterior, asistiremos a la quema de los "peligrosos" libros de caballerías. Los dos amigos de don Alonso, el cura y el barbero (muy duchos en cuestiones literarias por cierto) realizan un exhaustivo escrutinio de los volúmenes contenidos en la biblioteca del hidalgo, con el fin de quemar todos aquellos que puedan desatar la locura del lector, como hicieron con el dueño de la casa.
Mientras los ojean, van comentando sobre ellos y los que son condenados a arder en el fuego, se los pasan al ama de la casa para que vaya echándolos a un montón, en el patio de la casa, donde arderán más tarde. Y pocos son los que se salvan de tal destino.
Poco más he de añadir sobre este capítulo, ni curiosidad especialmente destacable, ni tampoco me voy a meter a hablar del lenguaje porque no diría nada nuevo. Este capítulo lo he disfrutado menos que los anteriores, será por el hecho de que don Alonso no interviene al hallarse descansando, por lo que no están presentes los toques de humor con que nos regala Cervantes a causa de la locura del protagonista.
Pero como ya comenté por Twitter, es solo un capítulo, y aún quedan muchos, que disfrutaré sin duda alguna.
¡¡Nos leemos!!